CÓMO Y PORQUÉ NOS ENFERMA EL AZÚCAR Parte 2

AZÚCAR, RESISTENCIA A LA INSULINA E INFLAMACIÓN
El consumo excesivo de azúcar (glucosa) se ha relacionado con casi todas las enfermedades crónicas. Pero antes de explorar estos vínculos, hay que hablar sobre la resistencia a la insulina y la inflamación.
Al comprender cómo el consumo de azúcar probablemente contribuye a la resistencia a la insulina y la inflamación, entonces nos quedará claro el por qué el azúcar puede ser dañino.
EL AZÚCAR IMPULSA LA RESISTENCIA A LA INSULINA
Cuando uno come azúcar, ese azúcar termina en la sangre en forma de glucosa en sangre. Cuanto más azúcar ingieras, mayor será tu nivel de azúcar en la sangre.
El nivel alto de azúcar en la sangre es un estado inflamatorio peligroso, y tu cuerpo lo sabe. Entonces, cuando el nivel de azúcar en la sangre aumenta, el páncreas libera insulina para limpiar el desorden.
La insulina es “el jefe” del azúcar en la sangre. Le dice a las células del hígado y tejido muscular que almacenen el exceso de azúcar en la sangre como glucógeno (la forma segura de almacenamiento de glucosa) para ser usado como energía después y cuando sea necesario.
Pero las reservas de glucógeno se llenan rápidamente (el hígado de un adulto puede almacenar entre 80 y 100 g de glucógeno, mientras que el músculo entre 400 y 500 g o más, dependiendo de la musculatura y dieta) y una vez llenas estas reservas, la insulina se ve obligada a almacenar el exceso de azúcar en sangre (una persona sana tiene tan solo 5 g de azúcar en la sangre) como grasa corporal. En una dieta alta en carbohidratos y en azúcar, esto se sale de control RÁPIDAMENTE. El azúcar en la sangre sigue aumentando, la insulina se sigue liberando y las reservas de grasa se siguen acumulando, sobre todo si tomamos en cuenta que la mayoría de las personas no llevan un control de sus calorías, no realizan actividades físicas y sus alimentación es basada principalmente en alimentos hiperprocesados, altos en carbos, azúcar, grasas, y sus combinaciones. Es un círculo vicioso, especialmente cuando consideramos cómo esta situación conduce a una tendencia general a comer en exceso: comemos por aburrimiento, por estrés, por ansiedad, muchas veces sin realmente tener hambre.
La incapacidad de la insulina para almacenar azúcar en la sangre como glucógeno se conoce como resistencia a la insulina y es el sello distintivo de la diabetes tipo 2. Junto con la diabetes, la resistencia a la insulina también está relacionada con enfermedades cardíacas, cáncer, enfermedad del hígado graso, Alzheimer’s y muchas otras afecciones. Y las dietas altas en azúcar son en gran parte las culpables.
EL AZÚCAR IMPULSA LA INFLAMACIÓN
Si deseas vivir una vida larga y saludable, querrás mantener baja la inflamación crónica. Junto con la resistencia a la insulina, la inflamación crónica es una característica definitoria del envejecimiento no saludable.
La inflamación, por cierto, se refiere a una respuesta inmune de bajo grado en ausencia de una enfermedad específica. Piense en ello como una confusión del sistema inmunológico. Confusión dañina.
Aquí es donde entra el azúcar. Las dietas altas en azúcar se han correlacionado con la inflamación crónica, específicamente, con altos niveles circulantes de una partícula inflamatoria llamada proteína C reactiva o PCR.
¿Cómo, exactamente, es que el consumo de azúcar aumenta la inflamación?
- Al aumentar los niveles de azúcar en sangre (la hiperglucemia es un estado inflamatorio)
- Al alimentar bacterias intestinales patógenas y aumentar la permeabilidad intestinal (intestino permeable)
- Al disminuir la producción de cetonas, que tienen efectos antiinflamatorios.
- Al causar un exceso de almacenamiento de grasa, lo que conduce a la inflamación.
La conclusión es: comer azúcar aumenta la inflamación y la inflamación genera enfermedades crónicas